jueves, 19 de enero de 2012

Dueño de nada

En el fondo del pasillo del 5to piso de un edificio conocí a alguien que no era dueño de nada. Su ropa le pertenecía al circulo social que acostumbraba a visitar, su teléfono le pertenecía a su mujer e hijos que no lo acostumbraban a ver, pero si a pedir. El maletín que colgaba de su brazo era de la empresa a quienes servía, su billetera a los diferentes servicios que pagaba, su miedo a la soledad que lo acechaba, su tristeza a la nada que profesaba. Me pregunto si sería dueño de sus pensamientos o si estos fueron de él algún día y hoy yo le he robado su única pertenencia.

Querido Dueño de nada, cuanto quisiera que ella también te fuera arrebatada.

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